Una
bailarina, de ojos azules como el océano más profundo y de cabellos negros
semejantes a una noche sin estrellas, ocultaba en su corazón un deseo oscuro y
perverso.
Danzaba sin
parar, bailaba hasta que su cuerpo cansado se desvanecía y practicaba hasta
altas horas de la madrugada. ¡Ganar, ganar, ganar! Se repetía sin cesar.
Se celebraba en su ciudad un concurso y ahí podría mostrar la grandeza de su talento especial. Deseaba con todas sus fuerzas quedar la primera y soñaba con inclinarse ante miles de ojos al son de los aplausos. Si lograba eso ya nada sería imposible, rozaría con sus dedos ese paraíso prometido.
No
descansaba, no comía y sin lugar a dudas no se detenía. Giro, salto y puntas; y
vuelta a empezar, así era su rutina. Cerraba los ojos y ante la armonía de las
cuerdas se movía. Volaba, danzaba y soñaba. Cuantos suspiros desperdiciados,
cuantas sonrisas perdidas y cuantas esperanzas ponía sin saber lo que el
destino la depararía.
Todos veían
la elegancia, la soltura y la belleza que desprendía; pero ese deseo secreto
permanecía tras las sombras de sus pupilas y se agrandaba poco a poco sin que
nadie lo apreciara. Llegó a la obsesión, llegó a la locura y eso, amigos míos,
fue lo que más la destrozó.
La noche
antes de la esperada actuación, esa noche, fue la peor. Agotada y débil, la
joven caía, tropezaba y sus movimientos forzosos le salían. Enrabietada repitió
la misma vuelta una y otra vez y siempre su pie derecho la traicionaba. O se cruzaba
o no era suficiente lo que ascendía. Maldijo, gritó y golpeó al suelo enfadada
y por más que lo intentaba el baile jamás lo terminaba. No tendría que salir
vencida, ni segunda era su opción. La primera y barrer a sus competidoras con
una sonrisa, esa era la elección. Río con la mirada ida y su carcajada resonó
por la sala. ¡Lo tenía! ¡Ya está! ¿Cómo no lo había pensado antes? La hoja de
un cuchillo sería el instrumento que le haría vencedora en ese concurso.
Un. Dos.
Tres. ¡Zas!
Un. Dos.
Tres. ¡Zas!
El crack fue música para sus oídos y el hueso machado para ser
liberada.
Un. Dos.
Tres. ¡Zas!
Desprendido el pie traidor y la satisfacción, junto a la locura,
era mayor que ese intenso dolor. Sin él ya no se tropezaría, no le causaría
problema. ¿Quién quiere ese pie teniendo otro mejor?
Llegó a la
mañana siguiente y con el tobillo vendado comenzó su actuación . Perdía el
equilibrio, caía con risas de los espectadores y sus lágrimas descendieron. Dolida
y triste se sentía. Todos sus sueños se desvanecieron, todo su mundo corrompido
y una sola cosa se decía: Hasta qué punto por ganar he llegado, que ni yo misma me
reconocía
WUAOOOO un poco sadico xD pero me gusta xDD
ResponderEliminarSi jejeje es raro =P Me basé en el cuento de la cenicienta(el original tenebroso de los hermanos grimm xDD)y en un cuento llamado los zapatitos rojos. =P Me alegra que te haya gustado ^-^
EliminarRocio... no te vuelvo a hablar de los hermanos Grimm en la vida.
ResponderEliminarTambién tiene influencia de los zapatitos rojos Andersen tiene también su mérito ;) jajaja Pero solo ha sido un desliz... nada macabro hasta nueva orden =P
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