Esas ganas
de golpear fuerte, de querer destrozar el material más duro del mundo con
tus frágiles manos…
Pero
imposible moverse, imposible levantarse del suelo.
¿Cómo
hacerlo rodeada de cuerdas que te imposibilitan, que te aprisionan y se
retuercen cuanto más quieres libertarte?
Y esas ganas
de gritar hasta quedar afónica. Que tu voz se oiga y sea escuchada aunque no
tengas nada que decir, aunque sean palabras sin sentido.
¿Cómo
hacerlo si te encuentras amordazada? Si ni si quiera puedes emitir un simple
sollozo…
Tiemblo de
furia. Lloro de rabia. Pero mi cuerpo permanece quieto, como una estatua.
En mi
interior atormentado se remueve una fiera adormilada. Ha despertado hace poco y, furioso, ha atacado. Sediento y con la fuerza de mil demonios ha abierto los
ojos sin piedad alguna en su mirada.
La
oscuridad me ha arropado y solo imágenes sueltas llegan a mi mente con sonidos
ensordecedores que provocan escalofríos en mi cuerpo hasta calar mis huesos de
un hielo inquebrantable.
Las fuerzas
me han abandonado y esa voz quebradiza y asustada me repite lo que me niego a
aceptar. Ya nada se puede hacer. ¿Por qué? ¿Cómo impedirlo?
Me encuentro en una negrura inexplorada. Sola y vacía. Con un dolor en el pecho que me
atraviesa, resultando imposible respirar. Ahogada e inmóvil. Asfixiada y
quieta. Todo lo que puedo hacer para doblegar a mi propia bestia.
Tranquilizarla y conseguir que vuelva a su cueva. Pero yo, tan temerosa y
débil, ¿cómo llegar a realizar tal hazaña? ¿Cómo luchar contra ella? ¿Cómo
doblegarla ante mis deseos si nunca puedo impedir que sea despertada?
Me sonríe
con un brillo cómplice en la mirada, sabiendo que mi objetivo nunca va a ser alcanzado.
Juega conmigo haciendo que llegue a creer que puedo arrinconarla, pero
cuando se cansa y se aburre vuelve a demostrar quién de los dos es el más
poderoso. Seca las lágrimas que se deslizan por mis mejillas cuando no logró
aguantar y me susurra palabras tranquilizadoras, mientras se relame por dentro con
la idea de verme caer y pisotearme de nuevo.
¿Cómo
batallar contra mi otro yo, si conoce mis puntos débiles? ¿Cómo vencerla, si deseo
ser yo la vencida? Únicamente una sola pregunta… ¿Cómo?
Guau, me ha encantado la entrada, una metáfora muy buena y cierta.
ResponderEliminar¡Besos!
¡Muchísimas gracias! :) Me alegra que te haya gustado y sobre todo que hayas comentado Un beso
Eliminar