lunes, 9 de septiembre de 2013

En la noche




Es una lluviosa y fría noche de Noviembre, en la cual dos amantes desvelan sus pensamientos más secretos que tan recelosos custodian por temor. Embriagados por el alcohol, amordazan la razón y destruyen cualquier acto de cordura. Él por deseo y atracción, ella porque lo ordena su corazón.

Aspiraciones rápidas y suspiros robados, en una oscuridad privada y habitada por un silencio tenue. Las luces de Madrid entran escurridizas por el cristal de la ventana, iluminando cada cierto tiempo esa habitación y produciendo sombras danzantes de sinuosos movimientos. Una botella de vino abierta yace en el suelo vacía ante los tragos desesperados de ambas personas. A su lado, dos copas manchadas del elixir rojizo que ha servido como detonante de lo que tan deseado era para ellos. Había alrededor de esa habitación unas velas encendidas, ahora solo quedan restos de cera y los hilos de humo que surgen como muestra del fuego que iluminaba antes y que se ha consumido al ser suplantado por otro más abrasador.

Él susurra, recorriendo letalmente su piel de seda con sus manos y dejando a su paso un rastro ardiente. Ella araña su espalda con la intención de inmortalizar unas marcas que declaren su propiedad. Sonríe ante su respiración acelerada y los latidos que golpetean el pecho de ella. Jadea al sentir su aliento tan cerca y busca cualquier contacto con los ojos azules de él.

Ni ellos saben que está sucediendo, pues ambos se han dejado llevar por su lado más oscuro, y hambrientos por el otro han dado el paso. Transitando cada centímetro del otro, grabando en sus yemas lo que era más ansiado y anhelado. Murmullos y jadeos pasan desapercibidos en esa habitación, donde el olor a tabaco queda impregnado en esas paredes y el sabor en sus bocas del último cigarrillo mantiene despierto el apetito. Se acarician como si quisieran fundirse y se besan como si sus labios fueran lo más delicioso que jamás hayan probado.

 Saben que es un error; bueno, al menos esa pequeña parte sensata que se encuentra inmovilizada. Solo es un acto desesperado, realizado al son de las gotas de lluvia que golpetean el cristal creando una sinfonía. Después… después nada. Pasará a ser el recuerdo prohibido, que fingidamente quedará olvidado, de la primera y última vez en que ambos se han sentido vivos y han amado.




1 comentario: