miércoles, 21 de septiembre de 2016

Carta al soñador compulsivo

Para aquel o aquella que cree no poder soltarse del clavo ardiendo:

No, aquí no hay ninguna línea de meta que alcanzar. Es una carrera sin un final, que continúa y solo termina con la persona sentenciando extasiada: ‘Con esto, basta’.


Porque tras un escalón, llega el siguiente y el siguiente... Y el siguiente. Con cada paso y con cada esfuerzo, la subida se hace más dura; pero nada de esto es un secreto. Siempre habrá tropiezos y caídas; no te lamas las heridas, ni refunfuñes, ni lloriquees.

Calla, levanta y continúa con la intención de enfrentarte a todo lo que se te presente y más.

No, aquí no es chasquear lo dedos y lograrlo con un truco de magia que oculte una falsa ilusión. Son momentos en los que el sinsentido del objetivo se materializa con gran peso, minutos en los que abandonar se muestra como la mejor opción o segundos donde la difusa línea, que separa el logro del fracaso, desaparece.

La locura y la insensatez serán las únicas explicaciones posibles ante la cuestión de por qué quieres conseguirlo.

No, aquí no hay esperanzas perdidas o éxitos imposibles. Hay sueños probables y ambiciones por cumplir. Triunfos con los que trazar el recorrido que vas a realizar, hasta que tú te digas ‘Para mí, esto es suficiente’. Pero, claro, el truco está en que las vistas mejoran y se transforma en una adicción a la que no puedes, ni quieres, desengancharte.

Si eres valiente e inconformista… ¿A qué estás esperando? Elige tu camino, siendo siempre curioso e intentando escudriñar lo que se mantiene oculto.

El ahora ya es pasado y es inevitable resistirse al futuro. 

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